sábado, 29 de mayo de 2010

RESUMEN CAPÍTULO 7

Holden entra en la habitación de Acley, que se quejó de que la pelea no le dejaba dormir y él tenia que levantarse temprano, preguntó a que venia la pelea.

Holden no quiso responder y empezó a sentirse solo, se levantó del suelo se acercó a la ventana, tras un buen rato de que Acley le fuera preguntando por la pelea le dijo que fue por defenderlo a él, pero al final reconoció que era broma después se tiro en la cama de Ely, el compañero de habitación de Acley.

Le preguntó a Acley si podía dormir en esa cama, Acley dijo que no podía darle permiso aunque Ely durmiese el fin de semana en su casa, Holden respondió que por eso era un caballero. De nuevo Acley preguntó por la pelea, Holden que no quería pensar más ni en Jane, ni Stradlater o en el coche de Ed Banky. Por lo tanto se quejó del mal olor que hacia la habitación por culpa de los calcetines de Acley, indirectamente fue invitado a irse de la habitación, pero Acley se durmió en dos minutos y Holden siguió tirado en la cama.

En ese momento Stradlater entro en la otra habitación, se quitó la ropa, se puso el pijama, abrió la ventana y se durmió, al ver eso Holden se sintió todavía más solo y pensaba cada vez más en lo ocurrido, por dejar de pensar despertó de nuevo a Acley, le pregunto cómo podía entrar en un monasterio, Acley dijo que cómo se le ocurría despertarle para eso, Holden dijo que lo dejara que ya no se metería en un convento, Acley se molesto por eso y le dijo que no se riese de su religión, “no te sulfures” respondió Holden y antes de que Acley volviese a responder Holden salió por la puerta.

En el pasillo encontró una caja de pasta dentífrica, la cual empezó a darle patadas hasta llegar a las escaleras. En ese momento decidió que se iría esa misma noche, Holden entró en su habitación, encendió la luz, cogió las dos maletas y lleno la que le quedaba por hacer. Después se fumo un cigarrillo, con todo eso Strandlater ni se despertó.

Holden contó el dinero que tenia, decidió que quería más y se fue a la habitación de Frederick Wood, a pedirle qué le daría por la máquina de escribir que le había prestado. Frederick enfadado por haberle despertado le dio veinte dólares por una máquina de noventa.

Holden cogió el dinero y las maletas y se dirigió a las escaleras, se giró y gritó “que durmáis bien tarados!” . Luego empezó a bajar las escaleras y no se partió una pierna de milagro, por culpa de unas cascaras de nueces que algún imbécil dejó en las escaleras.

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